Este es un tema que se ha tratado incluso por métodos del folklore, creando a la criatura esta, Krampus, que ataca a quienes no sienten el espíritu de la Navidad. Creo que está claro: los compromisos sociales en Navidad son obligatorios y además matan el espíritu de la Navidad.
Nos hacen susceptibles a sufrir ataques malignos.
¿Cuáles son las obligaciones sociales Navideñas?
Hagamos un repaso por las obligaciones Navideñas odiosas más comunes.
Si me dejo alguna o sientes que tu situación particular requiere de una extensión, te conmino a compartirla en comentarios para que otros haters de la Navidad puedan empatizar con tu situación.
No hablar de política
Esto de no hablar de política solo se aplica cuando tienes opiniones disruptivas o un poco milennials.
O si vas a hablar de la crisis delante de gente que le va increíble.
Si estás cenano con tus tíos, que les va genial a todos los niveles, pero tú eres una de esas personas que está tratando de buscar un alquiler que no supere el salario mínimo… No hables de política.
Si vas a hablar de que es machista eso de estar toda la noche (y parte de la semana) hablando del vestido de ”La Pedroche”, no hables de política. (Sí, sí, eso es política).
Evitemos hablar de tauromaquia, educación, impuestos… Es que vas a discutir.
Son los temas que más nos afectan en el día a día, los más interesantes y los más apasionados.
Pero precisamente por eso no se hablan en cenas de Navidad. Porque ese es un momento de hacer el esfuerzo por llevarnos bien.
Ya discutiremos el resto del año.
Los regalos
Hacer regalos por obligación no es mi punto fuerte: no estoy inspirada, me siento obligada y no me apetece.
Pero lo peor de todo es que después de hacer el esfuerzo no hay narices de que atinen con mis regalos, ¿eh?
Además tengo la suerte de cumplir en Diciembre, y por algún motivo eso significa que mientras los que cumplen en Agosto reciben regalo de cumpleaños, Navidad y Reyes…
Yo lo tengo todo en uno.
Vamos, no tengo ni que decir lo que opino.
La paciencia infinita
Aquí entran todas estas cosas con las que tienes que respirar profundamente para no ir a comerte una hamburguesa al portal.
Entra la gente que fuma mientras cenas, los que hablan muy alto (si no identificas a nadie es porque eres tú), los que están a chupitos toda la noche, los que comen turrón blando (de lo peor)…
Toda esa gentuza.
Al final te paras y piensas: ¿Pero qué necesidad tengo yo de estar aquí cuando podría estar en un puesto de castañas?
Cómo abordar estos eventos sociales obligatorios
Relativiza
No soy de consejos de calma o paciencia, sino más bien de toma de acción.
En primer lugar, generalmente, la gente no tiene la culpa de que no soportes sus manías. Si, por ejemplo, la mayoría en esa casa hablan fuerte desde siempre y tú odias el ruido, no lo hacen por molestarte.
Es que se relacionan así, no te lo tomes como una ofensa (a no ser que lo sea, ya me entiendes).
En principio, en situaciones normales, no suelen ser cuestiones a nivel personal.
Sé transparente y asertiva
Puedes comunicar que hay cosas que a ti no te gusta vivir en la cena y tratar de llegar a un acuerdo.
Tratar que esa noche no se discuta sobre política, por ejemplo.
Pero si no funciona pues haz tus cálculos: ¿Quieres seguir yendo a pesar de eso o prefieres cenar en otro entorno en Navidad?
¡No significa que nos estemos enemistando! Simplemente en ciertos días del año prefieres cenar en otro entorno en el que estás más cómoda/o.
La obligatoriedad de esas cenas está sobrevalorada
Para cerrar esto. Está sobrevalorada.
Más que nada porque el argumento principal es que ”la Navidad es para vivirla en familia”.
La Navidad, y cualquier festividad, es para vivirlas en paz. Y si necesitas ver a tu familia por separado o a otras horas del día para no hablar sobre la ley antitabaco o el IVA pues os veis en otro momento.
Que digo yo que tener la comida en paz fomenta mucho más los lazos familiares que estar toda la noche a suspiros y ojos en blanco.
Elige tu paz mental
Esto de hacerlo por obligación ”porque es familia” suena un poco a ”seguimos casados porque tenemos hijos”.
Al final no funciona y el problema es aún peor porque hay discusiones y mal rollo.
No hagas planes que no te apetecen absolutamente nada o te generan malestar por estar ”socialmente obligada/o”.
Lo que sea viable cambiar se habla, y lo que no, se comunican intenciones, como cenar fuera ese año.
No pasa nada, es una cena.
Hay más días en el año para verse y no tienes que meterlo con calzador ni es para montar un drama: a veces parece que importa más verse en fechas señaladas que el resto del año…
¿Cómo has pasado las Navidades? ¿De chill o a guantazos hablando del vestidito de Fin de Año?
Si hay salseo, ¡mejor! Compártelo en comentarios: me encantan las situaciones surrealistas.